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Seguramente el primer dato que hoy te voy a dar, no te va a pillar de sorpresa, pero es necesario dejarlo claro para que después puedas entender lo que te voy a contar. Y es que, la mayoría de las mujeres menstruamos.
Un tema tabú
Si si, esto ocurre, a pesar de que se nos inculque desde pequeñas que no es un tema agradable, que es más bien algo de lo que no se debe hablar o que hay que llevarlo en absoluto secreto. Y no, no ocurre solo durante un instante, sino que sucede durante gran parte de nuestra vida queramos o no, porque menstruar no es una opción ni algo que podamos elegir. Es un proceso natural que sucede en nuestro cuerpo. Imagínate hasta qué punto es tan natural y cotidiano, que un día cualquiera como hoy, aproximadamente 800 millones de mujeres y niñas están menstruando en el mundo.
Y este proceso biológico, no solo viene con una larga lista de cambios físicos y psicológicos (¡agárrate que vienen curvas!), sino que además viene con una mochila de desigualdad de regalo.
Recursos fundamentales
Y tú, seguramente te estarás preguntando porque te acabo de contar esto, y es que, hoy quiero compartir contigo una realidad invisibilizada. Porque menstruar trae consigo ciertas necesidades, pero por desgracia estas no están al alcance de todas. Para que te hagas una idea, te pongo un ejemplo: productos de higiene menstrual como compresas, tampones, copas menstruales… ¿Crees que todo el mundo puede acceder a este tipo de recursos?
Tranquilo/a, que te voy a chivar la respuesta. No, no todo el mundo puede acceder a estos bienes que por desgracia en pleno siglo XXI aún no son considerados de primera necesidad. Para muchas personas, estos productos están totalmente fuera de su alcance.
Artículos de primera necesidad
El gasto de productos como compresas o tampones supone aproximadamente entre 6.000 y 10.000 euros a lo largo de la vida de una persona que menstrúe. En algunos casos, realizar está inversión económica es inviable, teniendo como consecuencia que muchas mujeres no tengan otra alternativa que usar cartones, periódicos o telas cuando tienen el periodo para poder paliar la ausencia de estos productos.
En nuestro país, para más inri, resulta que estos productos se venden con un 10% de IVA porque como te he comentado anteriormente, no se catalogan como bienes de primera necesidad. Este IVA es el mismo que puedes encontrar, por ejemplo, en las entradas de cine o si te tomas un café, con la diferencia de que hacer estas cosas si lo puede elegir, sin embargo, menstruar viene biológicamente impuesto.
Pobreza menstrual
“Pobreza Menstrual”, así se llama el fenómeno mundial del que te he empezado a hablar en este artículo. Y se deriva de la pobreza económica, pero va mucho más allá de no tener acceso a productos de higiene menstrual. También incluye la dificultad para poder disponer de agua potable, de productos para cuidar la higiene básica o de instalaciones que cumplan condiciones higiénico-sanitaria.
Según datos recabados por Unicef, solo el 40% de la población mundial tiene a su disposición lavabos saneados. Y por supuesto, esta pobreza también incluye el poco o nulo acceso a educación menstrual.
Actualmente, seguimos encontrándonos con que en muchas culturas la menstruación se percibe como algo malo, hasta tal punto que se excluye a las niñas y mujeres de formar parte activa de la sociedad. Incluso en nuestro país, aún siguen vigentes creencias erróneas como que no te puedes bañar o hacer ejercicio si tienes el periodo.
Pero no te lleves a equivocación, esto no es algo que en realidad pasa en «otros países». En nuestro país ocurre y los datos son realmente preocupantes, según datos publicados por Period Spain 2 de cada 10 mujeres tienen que elegir entre comprar alimentos o productos de higiene menstrual. Y a consecuencia de los efectos socioeconómicos de la pandemia de la Covid, esta desigualdad se hace cada vez mayor.
Consecuencias
La Pobreza Menstrual afecta a niñas y adolescentes en su salud, en su educación y en su bienestar emocional. Arrastrando consigo consecuencias de índole psicológica, física y social como las siguientes:
- Psicológicas: baja autoestima, desconocimiento del propio cuerpo, vergüenza, humillación, estrés, depresión, ansiedad.
- Físicas: problemas hormonales, infecciones, dificultad para quedarse embarazada, relaciones sexuales dolorosas.
- Sociales: desigualdad de género, tabú menstrual, estigmatización, absentismo escolar.
¿Qué cambios podrían ayudar a acabar con la pobreza menstrual en nuestro país?
- Acabar con los tabúes y el estigma social: poder hablar abierta y libremente de la menstruación es primordial para ganar esta batalla. La sociedad debe entender que tener el periodo es una función biológica normal y natural. Necesitamos que las niñas y adolescentes no se sientan solas y pérdidas, sino que tengan el apoyo necesario para poder gestionar todos los cambios que se están produciendo en su cuerpo tanto física como psicológicamente. No deben seguir sintiendo que el periodo es algo de lo que avergonzase, como si menstruar fuera algo sucio o anti natural.
- Los productos de higiene menstrual deben ser reconocidos como productos de primera necesidad y deben ser accesibles para todas las personas.
- La creación de instalaciones sanitarias apropiadas de acceso público para aquellas personas que no tienen recursos y así, puedan mantener su higiene personal y cuidar su salud íntima.
¿Qué medidas se están tomando a nivel mundial?
El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales que componen la ONU adoptaron un conjunto de objetivos globales denominados “Objetivos de Desarrollo Sostenible” para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos y todas.
Estos objetivos, que se dividen a su vez en metas específicas, están relacionados y conectados entre sí, de tal forma que conseguir eliminar la pobreza menstrual es crucial para conseguir cumplir cuatro de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados entre los que se encuentran “garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades” o “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo”. Se pretende que estos objetivos se hayan hecho realidad, al menos en gran parte, para el año 2030.