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La participación de las mujeres en el mercado de trabajo no ha parado de crecer durante las últimas décadas. El acceso a puestos cada vez más cualificados y el progresivo aumento en las oportunidades educativas de las mujeres, han permitido que el sistema de relaciones laborales se haya vuelto más diversificado y hoy dependa del trabajo femenino para su propia reproducción.
Sin embargo, por desgracia, aún queda mucho por trabajar en este aspecto. Las mujeres tenemos que esforzarnos más que los hombres para que seamos reconocidas en nuestros puestos de trabajo.
Y es que el éxito profesional de una mujer no depende solo de hacer un buen trabajo, sino de saber reaccionar en momentos claves, proyectando autoridad y confianza. Y si eres mujer, estoy segura de que me entiendes. Pero de esas situaciones te hablaré más adelante.
Te pongo en contexto
En una encuesta realizada recientemente, un 76% de la población asociaba mujer a la familia y hombre al trabajo. ¡Un 76%!
Es una completa injusticia. ¿Es que se nos sigue asociando como el “sexo débil”? ¿Es que no somos capaces de ocupar cargos de responsabilidad? Pues parece que hay parte de la sociedad que aún no lo tiene claro.
Y déjame decirte que hoy en día siguen siendo protagonistas los deleznables sesgos de género.
¿Qué son los sesgos de género?
Los sesgos de género son considerados como predilecciones según el género. Los principales sesgos de género son los siguientes:
Sesgo de rendimiento
Se tiende a infravalorar el trabajo hecho por las mujeres y sobrevalorar el hecho por los hombres.
Es por eso, que a las mujeres se nos suele contratar por lo hemos logrado en otros puestos de trabajo y a los hombres por su potencial.
Me parece un retroceso como humanidad. Las mujeres somos perfectamente válidas y tenemos muchas veces un potencial mayor que los hombres.
Sesgo de atribución
Y como las mujeres tenemos “menos potencial”, se valoran menos nuestros logros y penalizar más nuestros errores.
Sesgo de maternidad
¡El sesgo por excelencia! Y es que aún sigue habiendo personas (afortunadamente cada vez menos) que piensan que la maternidad provoca en la mujer ser menos competente y estar menos comprometida con su carrera.
Y nada más lejos de la realidad. El ser madres no nos separa de nuestra brillantez en los negocios, o en nuestro potencial en desempeñar un puesto de trabajo. Somos las mismas personas. Sólo que, aparte de nuestro trabajo, una persona depende de nosotras. Y créeme, esto nos hace más fuertes y potencialmente válidas.
Y esto es sólo un ejemplo. Hay más sesgos de género. Pero creo que con lo que te he contado te haces una idea de la “mentalidad en retroceso” en la que nos encontramos las mujeres.
Brecha de género y salarial
Como consecuencia de todos estos factores anteriores, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo muy importante. Más concretamente, las mujeres cobran un 15,7 % menos que los hombres en Europa, según los datos de Eurostat. En España, este porcentaje asciende al 21,9 %.
Esta diferencia se debe en buena medida al acceso de la mujer a puestos tradicionalmente peor retribuidos. En este sentido, en la mayor parte de los países europeos, el mayor porcentaje de trabajadores que perciben un sueldo por debajo del salario mínimo son mujeres.
La solución: Potenciar el rol de la mujer en el mundo laboral
Es importante potenciar el liderazgo femenino y su rol en el mercado laboral tanto para revertir la brecha salarial como para equiparar las condiciones laborales. Y es que, para lograr este fin, es esencial fomentar el empoderamiento femenino.
Las mujeres somos capaces (al igual que los hombres) de desempeñar puestos de trabajo de mucha responsabilidad. Tenemos un gran potencial, un potencial que se pretende invisibilizar. Un potencial, en algunas ocasiones, superior al de los hombres.
Es una pena que en pleno 2022 tengamos que estar escribiendo sobre esto. Se legisla para la igualdad, pero todavía arrastramos tradiciones ancestrales vinculadas al poder y a la gestión de este poder, que ha sido tradicionalmente ejercido por los hombres.
Debemos pelear por visibilizar el trabajo de la mujer. Es de vital importancia para avanzar como sociedad igualitaria. Dejar atrás esos sesgos de género de los que te hablaba antes y mirar hacia un mercado de trabajo no solo liderado por hombres, sino también por mujeres.
Las mujeres tenemos mucho que decir, y nada ni nadie nos va a callar.