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Cierra los ojos por un momento e imagina que de un día para otro tu vida da un vuelco. Las facturas se empiezan a acumular y no puedes pagarlas. No estás trabajando, no porque no quieras, sino porque no puedes y las ayudas económicas o se acaban o no cumples los requisitos necesarios para poder percibirlas.
Entras en una espiral de desesperación y llega el momento más temido, perder tu techo. Ese lugar que quizás nunca te paraste a valorar, pero ahora ya es tarde y alguien te comunica que ya no es para ti. No puedes pagarlo y, por tanto, debes abandonarlo. Nadie parece querer escuchar tu historia, pero si “yo siempre he cumplido, yo siempre he pagado” te repites, sin entender nada. Te encuentras desesperanzado y la palabra desahucio inunda tu cabeza. Te ves en una situación que te parecía lejana y no lo era tanto.
Demasiados prejuicios
Ahora dinos, si esto te ocurriera, ¿te gustaría que te ayudarán?. A nosotros y nosotras, por supuesto que sí, sin lugar a duda.
En la mayoría de las ocasiones, caemos en el error de opinar sobre las situaciones ajenas sin conocerlas o no tener los datos suficientes, muchas veces juzgando sin saber y pensado mal de antemano. Lo cual no es raro cuando nuestro propio refranero nos dice “piensa mal y acertarás”.
Creemos que los casos de desahucios, de personas teniendo que abandonar su hogar, son casos alejados de nuestra realidad. Pero lo cierto es que esas situaciones que juzgamos a la ligera no son tan lejanas. Ese desahucio que ayer pudiste leer publicado en la prensa puede que sea de una persona que hasta hace relativamente poco no tenía una vida tan diferente a la tuya. ¿Por qué entonces nos cuesta tanto comprender la necesidad de medidas que eviten los desahucios?
Desahucio y ocupación no son lo mismo
Es importante no caer en el error de igualar los términos desahucio y ocupación. Nos referimos a desahucio cuando hablamos del procedimiento judicial donde se reclaman las rentas impagadas por parte del inquilino o inquilina y como consecuencia a no poder hacer frente al pago se debe desalojar la propiedad. Sin embargo, una ocupación es cuando se entra en una casa ajena que generalmente está desocupada o no está siendo utilizada, constituyendo así un delito de usurpación o de allanamiento de morada, según el caso.
Este artículo podría estar lleno de argumentos críticos que apoyaran los desahucios como: que se esfuercen para poder tener un techo, no quieren trabajar y quieren vivir gratis, serán adictos o adictas, habrán gastado el dinero en lo que no debían y mil razones más basadas en la desinformación, en las lecturas que podemos realizar en internet de discursos que no aportan nada más que confusión, ignorancia y que cada nos deshumanizan más.
Tampoco vamos a caer en argumentar situaciones que se podrían tildar comúnmente de “marginales”. De historias realmente desoladoras e injustas que por desgracia existen a montones y, que por mucho que no lo queramos ver, ya existían antes de la pandemia.
Los datos objetivos
Preferimos compartir contigo varios datos objetivos que pueden ayudarnos a reflexionar sobre la magnitud de la situación que se está viviendo en nuestro país. Y es que en el primer trimestre de 2021 los desahucios en España se han incrementado un 13,4%, alcanzando los 10.961 desahucios, en comparación al mismo periodo en 2020 según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Por su parte, el informe AROPE sobre el Estado de la Pobreza en España señala el aumento en 2020 del porcentaje de población española en riesgo de pobreza o exclusión social que se situó en el 26,4%, el dato más el elevado desde 2017 según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE). En comparación con la Unión Europea (UE), el riesgo de pobreza y exclusión social en España es 4,3 puntos superior a la media de la UE (21,8%) siendo así la séptima tasa más alta.
Toca reflexionar
Te has parado a pensar ¿cómo tiene que ser intentar recuperar tu vida sin un techo propio bajo el que vivir?. Teniendo que sobreponerte a una situación traumática que te ha afectado tanto a tu salud física como mental, en la que has perdido tu seguridad, tu protección, en la que se ha podido debilitar e incluso romper tu familia y tus relaciones sociales.
E inevitablemente no te ha dejado otra opción que recurrir a recursos de emergencia o incluso acabando, en un escenario aún peor, la calle. Viviendo en una situación en la que parece que todo de repente se ha vuelto oscuro y pasas los días esperando por la resolución de una prestación y/o porque surja una oportunidad laboral que parece que no acaba de llegar.
Y es que, que no se nos olvide, tener una vivienda es tan imprescindible y vital que en la Declaración Universal de los Derechos Humanos está recogido el Derecho a una vivienda digna y adecuada. El derecho que tienen todas las personas a vivir en condiciones de seguridad, paz y dignidad.
Escudo Social
Por todo esto, que las medidas del Escudo Social se prorroguen hasta el 31 de octubre y se tomen medidas como la suspensión de los desahucios es sumamente importante. Estas medidas son un chute de oxígeno y esperanza a todas esas personas que están en situación de vulnerabilidad y necesitan apoyo para poder recuperarse de los efectos socioeconómicos que nos está trayendo esta pandemia.
Tener vigentes medidas de este calibre es una revolución social que no debería acabar aquí, sino ser el principio de un escudo social que cada vez abarque más aspectos y factores que ayuden a luchar contra las situaciones de exclusión social y vulnerabilidad.