
Depresión, hablemos abiertamente por nuestra salud
Una sociedad sobrepasada por los prejuicios
Las redes sociales; un buen sitio para volcar el discurso del odio sin consecuencias
¿Qué tal estás? ¿Cómo te sientes? Sabrías contestarme a esta pregunta con algún otro adjetivo que no fuera “bien” o “mal”. Piénsalo durante unos minutos y después sigue leyendo.
Como de sobra sabes, la pandemia consiguió que el mundo se parara completamente. Que nuestra rutina diaria cambiara de la noche a la mañana. Esa rutina que, no nos engañemos, generalmente nos ayuda a no tener que lidiar con lo que sentimos o con lo que simplemente nos ocurre en la vida. Esa que nos mantiene en una burbuja de ocupación que niega la realidad como si fuéramos por la vida constantemente con el piloto automático.
Sin embargo, el confinamiento nos intentó obligar a conectar con nosotros/as mismos/as teniendo que estar en nuestras casas durante tanto tiempo, pero ¿lo hicimos? Siento decirlo, pero de nuevo, la respuesta para la gran mayoría es no. Ya que una vez más, dejamos en un segundo o tercer plano nuestra salud mental y creímos que ser lo más productivos y productivas posibles era lo que más nos iba beneficiar. Nada más lejos de la realidad.
Adaptarnos
Aún así, el confinamiento hizo que no nos quedara otro remedio que tener que aprender a convivir con nosotros/as mismos/as. Piénsalo un segundo, este hecho es impactante, ¿verdad? Algo que debería ser natural y, sin embargo, cuesta mucho, muchísimo porque tristemente no estamos acostumbrados/as. Y pensarás ¿cómo no voy a saber convivir conmigo mismo o misma?. Pero es así, el ritmo frenético de la sociedad actual hace que no tengamos tiempo para conocernos. Y lo peor de todo es que esta problemática llega a ser tan grave, que incluso nos hemos llegado a creer que cuanto más estemos ocupados/as y menos tiempo tengamos para vivir y sentir, es mejor.
Emociones desconocidas
¿Por qué no nos atrevemos a escuchar lo que está ocurriendo en nuestra cabeza? ¿Por qué nos negamos a sentir? La respuesta es sencilla, porque no sabemos hacerlo porque estamos indefensos ante unas emociones que son desconocidas para nosotros y nosotras.
Según la Organización Mundial de la Salud, en Europa aumentaron los niveles de ansiedad y estrés durante la pandemia. Los problemas de salud física, el aislamiento, la falta de contacto social, la dificultad en la conciliación con la vida personal, los cambios de hábitos, los problemas laborales, entre otros, pasaron factura a la salud mental de la población. Y yo os pregunto, ¿acaso tenías alguna herramienta emocional para poder lidiar con todo ello? Me imagino que tu respuesta es no.
La importancia de la educación emocional
Pero no todo va a ser malo, esta situación tiene solución, de verdad que sí. La solución está en la educación emocional. Los expertos y expertas definen la educación emocional como un proceso educativo, continuo y permanente que nos ayuda a potenciar nuestras competencias emocionales con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social. ¿No es hora de que le demos la importancia que se merece?
Es necesario que desde bien pequeños/as aprendamos a identificar y transitar nuestras emociones. La educación emocional nos aporta herramientas para poder gestionar nuestra mochila emocional y ganar calidad de vida. Nos enseña a conectar con nuestro entorno y con nosotros/as mismos.
Emociones necesarias
La mayoría de la sociedad no entiende que todas las emociones son necesarias para la vida e intenta negar toda aquella emoción que considera negativa. Entendiendo equivocadamente que el bienestar es igual a la ausencia de emociones desagradables. Mucha culpa de esta situación, es de la presión social a la que nos solemos ver afectados y afectadas en la que nos inculcan que es necesario tener siempre una sonrisa y así todo saldrá bien. Y no, no es así. Todas las emociones son igualmente necesarias, lo que pasa es que hay emociones que nos resultan desagradables, pero esto no significa que no sean importantes y necesarias.
Positividad toxica
Vivimos en una sociedad bombardeada de mensajes tóxicos llenos de una positividad extremista que lo único que consigue es que acabemos difuminando la realidad. Ni todo es posible, ni todo va bien siempre y no pasa nada, la vida es como una montaña rusa con momentos buenos y momentos malos.
Al igual, que ser constantemente una persona productiva no va a hacer que tu vida sea idílica y maravillosa. Por mucho que esa sea la imagen que algunas personas nos intenten vender en canales como las redes sociales. Lo que va a ocurrir si sigues este tipo de ejemplos y prácticas es que acabes desconectándote del presente, siendo injusto contigo mismo o misma machacándote por lo que “no haces” y una vez más, viviendo en una realidad perjudicial para ti.
Los descansos son necesarios para tu salud física y mental. Y además te voy a contar un secreto, nadie te está juzgando ni poniendo nota constantemente. Quítate esa presión de encima y vive, pero sin olvidar tu salud mental.