Opinión

Decidir sobre tu cuerpo, un derecho en tela de juicio

El derecho a abortar no te obliga a abortar, te permite decidir.


Imaginad que un día os despertáis llenos de pequeños y finos hilos invisibles que salen de vuestro cuerpo y que manejan cada uno de vuestros movimientos. Intentáis tomar decisiones, pero sentís como el hilo tira hacia una dirección concreta, siendo incapaces de tomar otro rumbo. Dejáis de poder elegir y acabáis dejándoos llevar única y exclusivamente en la dirección que quien maneja los hilos ha decidido. Terminando, por tanto, convirtiéndoos en seres vulnerables, prácticamente inertes y por supuesto, sin pensamientos ni elecciones propias. Suena horrible, ¿verdad?

Ojalá esto nunca nos ocurra, pero debo confesaros que tengo miedo de que esto un día sea realidad. Porque últimamente, cada vez que leo las noticias y conozco lo que está ocurriendo en el mundo, siento como se van vulnerando nuestros derechos y cómo poco a poco van desapareciendo. De manera que nuestro mundo cada día se parece más a una serie de ficción, de las aterradoras y con el hándicap de no poder elegir si seguir viéndola, rebobinar o parar.

El aborto ha dejado de ser un derecho constitucional en Estados Unidos

Muestra de todo esto, es lo que recientemente ha pasado en Estados Unidos, el aborto ha dejado de ser un derecho constitucional. Esto significa que cada Estado podrá decidir si quiere seguir teniendo vigente el derecho al aborto o por el contrario ilegaliza está práctica como ya han anunciado que desgraciadamente harán la mitad de los Estados.

Hasta ahora, el derecho al aborto estaba protegido a nivel federal por la Constitución que permitía la interrupción del embarazo mientras el feto no fuera viable fuera del útero. El precedente legal que garantizaba este derecho es el conocido como Roe vs Wade, la histórica sentencia de la Corte Suprema en 1973 en la que, gracias a la interpretación de la décimo cuarta enmienda de la Carta Magna, se reconocía que el derecho a la privacidad amparaba el derecho de las mujeres de interrumpir el embarazo.

Por desgracia, muchos de los Estados que componen el país ya han empezado a poner en marcha la aprobación de leyes que prohíban el aborto en cualquier situación, llegando a ser una práctica ilegal incluso en situaciones de incesto o violación. Acabando así, con el derecho de las personas que puedan quedarse embarazadas de decidir libremente sobre su propio cuerpo y vulnerando, por lo tanto, no sólo los derechos de la mujer sino ejerciendo también una violación de los derechos humanos.

Ilegalizar una práctica no significa que se deje de hacer

Llegados a este punto, es importante hacer hincapié en que ilegalizar una práctica no significa que se deje de hacer. Es decir, ¿realmente esto significa que se vaya a acabar con el aborto en Estados Unidos? Rotundamente no. Lo que significa es que en la mayoría de los Estados no se podrá tener un aborto legal y seguro, pero el aborto seguirá existiendo, de manera clandestina o realizándose en otro lugar del mundo donde si sea posible, pero no desaparecerá. Al igual que esta prohibición tampoco traerá como consecuencia que vayan a existir muchos más niños y niñas felices en el mundo. Sino todo lo contrario, lo que ocurrirá es que habrá más vidas condenadas a una vida no deseada.

No somos meros cuerpos con el “deber” de reproducir

Por suerte, tampoco desaparecerán las mujeres y los aliados/es que una vez más, gritaremos por nuestros derechos y por los de las demás. Gritaremos por poder elegir, por poder decidir, por que se nos considere lo que somos: personas y no meros cuerpos con el “deber” de reproducir. Porque sería de insensatas o ignorantes creer que lo que ocurre en otros países no nos afecta a nosotras porque hoy son ellas, pero mañana podemos ser nosotras.

Estamos cansadas de que se cuestionen y se juzguen decisiones tan duras, personales y complicadas como la interrupción de un embarazo. Da igual cuales sean los motivos, cuando una persona decide abortar no es ni egoísta, ni asesina, ni ninguno de los adjetivos atroces que una parte de la población nos quiere hacer creer, es tan solo una persona tomando una decisión que afecta a su cuerpo y a su vida.

Cada vez más retrocesos humanos

En pleno siglo XXI, vivimos en un mundo con grandes avances tecnológicos, pero cada vez más retrocesos humanos. Vivimos en un mundo donde frases históricas como las de Simone de Beauvoir, que estos días inundan las redes sociales, siguen estando vigentes: “no olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”. Simone, ojalá te pudiéramos decir que las cosas han cambiado y ya no necesitamos estar permanentemente en vigilancia y en lucha, pero por desgracia, no es así.

¿Por qué tenemos tanto miedo a los derechos?

Hace bastante tiempo que una pregunta ronda mi cabeza: ¿por qué tenemos tanto miedo a los derechos? No lo logró entender, no entiendo porque nos aterra que las personas puedan decidir qué vida vivir. No entiendo porque hay personas que se creen con la potestad de decidir por las demás, cuando ellos y ellas no van a ser quienes tengan que vivir esa vida.

Los derechos nos permiten evolucionar, nos permiten la libertad de decidir cómo vivir nuestra vida sin perjudicar la libertad de los demás, porque el derecho a abortar no te obliga a abortar, al igual que tener la capacidad de reproducirte no te obliga a tener descendencia.

Ojalá un día vivamos en una sociedad que no tenga miedo a decidir, a la diversidad ni a las personas que toman las riendas de su propio futuro. Ojalá un día dejemos de ser una sociedad sumisa y encasillada, y nos convirtamos en una sociedad libre y empoderada.

Sonia Antuña

Graduada en Educación Social

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