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El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha renovado la metodología con la que elabora el Índice de precios de consumo (IPC), el indicador por antonomasia para medir la inflación en España. Una renovación que introduce cambios especialmente relevantes en un momento en el que la medición de los precios es una cuestión política de primer orden.
Las novedades que ha introducido el INE, que ya han entrado en vigor en el dato del IPC de enero conocido este lunes, afectan a la medición de precios en direcciones opuestas.
Novedades
En primer lugar, los técnicos del INE han cambiado el sistema de pesos en la cesta de productos y servicios que compone el IPC.
En 2023 el peso que tienen los alimentos, el vestido, y el menaje en la cesta de consumo se ha reducido significativamente, mientras que los productos y servicios sanitarios, el ocio, las bebidas alcohólicas o el transporte han ganado protagonismo.
El INE actualiza su sistema de ponderaciones todos los años, pero la revisión de 2023 ha sido especialmente significativa. La razón es que una directiva de la Comisión Europea exige a los Estados adaptar las ponderaciones a la Contabilidad Nacional como fuente principal a partir de 2023.
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Cambios con efectos desinflacionarios
Los efectos de estos cambios no son neutros. En esta ocasión, los cambios han tenido un efecto ligeramente desinflacionario. Algo que resulta lógico, si se tiene en cuenta que se resta peso al precio de los alimentos, al de la electricidad y también al de las gasolinas, algunos de los productos que han registrado subidas más importantes en los últimos meses.
La segunda novedad se encuentra en la fórmula con la que el instituto estadístico mide los precios de la electricidad y el gas, que han sido los grandes protagonistas de la escalada inflacionaria de los últimos meses hasta que los alimentos tomaron la delantera. Desde este enero, el INE monitoriza también los precios que pagan los clientes de estos servicios en el mercado libre y no solo en el regulado, como ocurría hasta ahora.
Hasta mediados de 2021, los precios energéticos del mercado libre y el regulado habían ido a la par, por lo que los técnicos del INE no habían visto necesidad de incluir esta información en el cálculo del IPC.
Hasta ahora, el IPC solo tenía en cuenta el mercado regulado eléctrico, donde el importe que paga el consumidor está vinculado muy directamente al precio de la luz mayorista, a diferencia del mercado libre, donde lo habitual son las tarifas planas anuales. Esto provocó que durante varios meses el IPC reflejara un aumento en el precio de la electricidad más brusco que el que realmente se estaba produciendo, lo influyó también en el dato de inflación.
Ahora las tornas se invierten
Sin embargo, ahora las tornas se invierten. Tras la entrada en vigor del mecanismo ibérico, los precios en el mercado regulado bajaron, mientras que en el mercado libre han seguido subiendo a medida que los contratos se iban renovando con tarifas más elevadas y se incluía en ellos la compensación a las gasistas por el tope al gas.
El INE ya había anunció a comienzos del año pasado que estaba trabajando en una fórmula para que las facturas del mercado libre eléctrico se reflejaran también en el IPC. Sin embargo, decidió posponer el cambio en la metodología hasta 2023 por la complejidad del proceso.
Debido a esas dificultades -y a la entrada en vigor del mecanismo ibérico, que complicó todavía más los cálculos- los técnicos del instituto estadístico han optado por no hacer una estimación de cuánto se hubiera disparado la inflación el año pasado si se hubieran tenido en cuenta también las facturas del mercado libre.
Los expertos del INE tampoco han calculado qué efecto ha tenido este cambio sobre el dato de inflación de enero, que, según ha publicado el lunes el organismo, repuntó una décima hasta el 5,8% tras seis meses consecutivos de bajadas.
En este sentido, los técnicos del INE arguyen que la causa del aumento en la inflación se debe al alza en el precio de las gasolinas tras la desaparición del descuento de 20 céntimos al repostaje y no a los cambios metodológicos introducidos en 2023. De igual manera, señalan que las modificaciones introducidas han sido avaladas por Eurostat.